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martes, 30 de septiembre de 2008

PARO CORTEROS DE CAÑA - INDIGENAS - OPINIONES DE FIDEL CASTRO



viernes 3 de octubre de 2008

Entrevista a Corteros en Bogotá

Entrevista a los Corteros en la Plaza de Bolívar para Acción Permanente por la Paz.



jueves 2 de octubre de 2008

CORTEROS EN EDITORIAL DE EL TIEMPO


eltiempo.com / opinión / editoriales
Ambiente agitado

El anuncio del Dane del aumento de medio punto en la tasa de desempleo nacional coincide con un enrarecimiento del clima laboral con dos paros activos en la rama judicial y en el sector de la caña de azúcar. A esto se suma el paro camionero del mes de agosto, que afectó al 90 por ciento de la carga del país.

El cese de actividades de la justicia, que hoy completa 30 días, ha causado estragos en la administración de este derecho fundamental. Según el Gobierno, 1.883 "peligrosos delincuentes" han quedado en libertad y unas 70.000 decisiones están frenadas.

En el centro de los reclamos de los trabajadores está una nivelación salarial pendiente, que costaría, según Asonal, el sindicato de la rama, unos 300.000 millones de pesos. Esos recursos irían a cerrar la creciente brecha entre la remuneración de los magistrados de las altas cortes y el resto de los funcionarios judiciales.

No hay discusión en que los salarios de la mayoría de los trabajadores de la rama necesitan un ajuste urgente. Sin embargo, la dura posición negociadora de los jefes sindicales ha llevado al rechazo consecutivo de dos ofertas del Ejecutivo

Por otro lado, el paro de los corteros de caña refleja una problemática laboral diferente: los efectos de la tercerización por vía de las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA). Este esquema de contratación está en el centro de las quejas de los trabajadores, quienes reclaman ser empleados directamente por los ingenios azucareros. Al ser cooperados, los corteros responden ahora por pagos como los parafiscales, que les reducen sus ingresos netos. Además de las falencias del modelo de las CTA, proclive a abusos y sin mayor control, el deterioro de sus condiciones proviene de las características del sector azucarero: pocas empresas y exceso de oferta de mano de obra no calificada en la región.

La respuesta del Gobierno y de los empresarios del sector no ha sido la mejor. Las acusaciones lanzadas por el Ejecutivo acerca de la infiltración de las Farc en el paro quedaron en el aire y enrarecieron el ambiente de la negociación. Por el lado patronal, argüir la legalidad del modelo CTA o el promedio de los salarios del sector agrario no borra la magnitud de una bonanza sectorial -producto de la entrada de los biocombustibles e incentivada por la política industrial del Gobierno-. Que esos beneficios se traduzcan en mejores y dignas condiciones laborales es una petición justa que debe atenderse. Sin embargo, esta situación no es excusa automática para blandir machetes, bloquear el suministro de azúcar y de combustibles y forzar a la importación de 42 mil toneladas.

La flexibilidad de la recién aprobada ley de huelgas del 2008 -motivada por las demandas de los congresistas demócratas de E.U. para el TLC-, sin duda estimulará la frecuencia de las manifestaciones laborales. En tiempos de desaceleración económica, no sorprende que estemos a las puertas de una temporada de intensa agitación sindical. Lo preocupante es que con un Ministerio de Protección Social encargado de los complejos frentes de la salud y la seguridad social, no se tiene mucha claridad sobre la estrategia del Gobierno para enfrentar un ambiente laboral enrarecido.

Editorial completo AQUI

Fotografia: EL PAIS-COLPRENSA

Multitudinaria Marcha de apoyo a Corteros en Cali


Cali
Corteros plantean fórmula de diálogo
Octubre 02 de 2008


Nueva marcha. El sindicato de corteros de caña, en conjunto con las organizaciones afiliadas a la CUT, realizó ayer una nueva marcha para pedir negociación con los ingenios.

Álvaro Pío Fernández / El País

Organizadores del paro proponen negociar pliego en dos bloques. Se estiman pérdidas del sector azucarero cercanas a $425.000 millones.

Colprensa y Redacción

Los corteros de caña que se encuentran en paro desde hace 17 días presentaron ayer una propuesta que busca, según ellos, dar inicio a los diálogos entre los huelguistas y la industria azucarera.

La fórmula consiste en instalar una mesa de negociaciones global que asuma el debate de dos grandes temas. Un primer bloque negociador trataría los temas de contratación directa, estabilidad laboral e indemnizaciones, mecanización y la no penalización de los líderes de la protesta.

En un segundo bloque se hablaría sobre las diferencias que tienen estos trabajadores rurales en el pago de indemnizaciones, pesaje de la caña, dotación, transporte, incapacidades, enfermedades laborales, pensiones, permisos y garantías sindicales, sustitución patronal y salarios.

Igualmente, los corteros proponen que en este segundo bloque se discuta sobre beneficios sociales como el fondo de vivienda, becas y capacitación, lentes y fondos de inversión social.

Para dar inicio a las conversaciones con los industrialeas azucareros, los corteros solicitaron la mediación del Gobierno Nacional y de Asocaña.

“Una vez instalada la negociación general del pliego de peticiones, se podrán instalar mesas por cada ingenio, para solucionar las problemáticas específicas de cada uno y las cuales se reunirían en el mismo sitio y con los mismos horarios de la mesa general”, explicó Daniel Aguirre, secretario del Sindicato Nacional de Corteros, Sinalcorteros.

José Valencia, líder del paro, dijo que “una vez se inicien las discusiones del primer bloque se facilitará la salida de azúcar de los ingenios Pichichí, Central Tumaco, Central Castilla y María Luisa”.

Según los huelguistas, una vez se avance hacia las conversaciones del segundo bloque, se permitiría la salida de los 15 millones de litros de etanol que se encuentran en inventarios dentro de las destilerías de los ingenios Manuelita, Providencia, Incauca y Mayagüez.

A la espera

Ayer, Asocaña declinó pronunciarse sobre la propuesta de los corteros, argumentando que cada ingenio tiene condiciones diferentes y por ello las negociaciones deben ser individuales.

Entre tanto, el sector azucarero ha registrado pérdidas superiores a $425.000 millones, en los 17 días del bloqueo a los ingenios.

Estas pérdidas se reflejan en la imposibilidad de vender azúcar y etanol. Según cálculos de la industria, por día se pierden $5.000 millones porque se dejan de moler en promedio 50.000 toneladas de caña, con las cuales se producen 4.560 toneladas de azúcar y 950.000 litros de etanol.

Hoy, el 70% de la producción de la industria azucarera está paralizada, pues los ingenios que están operando muelen 23.000 toneladas de caña, de las 75.000 que se procesan cada día en el Departamento en tiempos normales.

Pero los únicos afectados por el cese de actividades de los corteros no son los industriales, los cultivadores de la caña también sienten el problema.

Igualmente ha resultado afectados los transportadores, proveedores de insumos para campo y fábrica y diferentes contratistas del sector.

A pesar del paro, el suministro de azúcar no se afectará, ya que los ingenios decidieron importar 42.000 toneladas de este producto de Bolivia.

En sus propias palabras

"Somos enfáticos en que continuaremos con el cese de las actividades hasta que se instale la mesa global y se inicie la discusión del pliego de peticiones presentado”. Daniel Aguirre, secretario general del Sindicato Nacional de Corteros.

Dato clave

En el Valle del Cauca, el 75% de la caña de azúcar la proveen agricultores, que han dejado de facturar 25.000 toneladas de caña por día.

Foto El País-Colprensa
por Agencia de Información Laboral ENS Saturday, Oct. 04, 2008 at 6:51 AM

El paro de cerca de 10 mil corteros de la caña de azúcar en ocho ingenios de Valle del Cauca, no deja de sorprender.

Primero, por su larga duración: hoy cumple 19 días. Y esto porque la primera lectura que este paro suscitó, tanto por parte del Gobierno como de la opinión pública en general, era la de ser un movimiento espontáneo, hecho por unas personas débiles y desorganizadas, fácilmente controlables, llamadas a no resistir mucho en su cese de actividades.

La segunda sorpresa de este paro de corteros, es que logró hacer visible algo que desde hace rato subyace latente como el mayor flagelo del Trabajo Decente en Colombia: las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA), verdaderos embelecos de intermediación laboral que se han extendido como una plaga por casi todos los sectores productivos del país, entre ellos la agroindustria de la caña que las introdujo de manera intensiva a partir del año 2000. El ingenio Cauca, por ejemplo, llegó a tener 4.500 trabajadores con contrato directo, hoy apenas tiene en esas condiciones unos 700 trabajadores. El resto (y no sólo los corteros) está vinculado por cooperativas que en la práctica funcionan más como simples bolsas de empleo que como verdaderas empresas cooperativas, en desmedro de los salarios, la estabilidad y la calidad de vida de los corteros y sus familias. Tanto es así que la primera reivindicación que éstos ponen en su pliego de peticiones, es que los ingenios los contraten directamente, no mediante cooperativas.

Y lo tercero que sorprende, aunque no tanto, la verdad sea dicha, es el tratamiento arrogante, desconsiderado, e incluso temerario que el Gobierno Nacional, en cabeza del Ministro de la Protección Social y el mismo Presidente Álvaro Uribe, le han dado al paro, al que han tratado de desvirtuar y socavar con diversas fórmulas, y en clara alianza con una de las partes: los empresarios de los ingenios agremiados en Asocaña.

La cuestionable actitud del Gobierno y Asocaña

Una de las fórmulas con las que el Gobierno, de entrada, trató de desmontar el movimiento de los corteros, fue negarles el derecho de asociación. En un oficio dirigido a la Secretaría de Asocaña, el Ministerio de la Protección Social señala: que los trabajadores asociados en cooperativas “no pueden ejercer el derecho a la negociación colectiva ni votar la huelga, entre otras cosas por cuanto al ser asociado y a la vez dueños de empresa cooperativa, no existe posibilidad legal de presentar un pliego de peticiones por no reunirse los requisitos exigidos en el artículo 433 del Código Sustantivo del Trabajo”.

Con tal interpretación del Ministerio en la mano, los empresarios de los ingenios azucareros se niegan a sentarse con los corteros a buscarle arreglo al conflicto. Sólo aceptan que cada ingenio negocie por separado con los representantes legales de las cooperativas, o sea con los gerentes de éstas; propuesta que no aceptan los dirigentes del paro que reclaman una mesa única de negociación para discutir un solo pliego de peticiones.

Pero, en el fondo lo que el pronunciamiento del Ministerio quiere decir, ni más ni menos, es que el Código Sustantivo del Trabajo ya de poco sirve para dirimir los conflictos laborales en Colombia, donde hoy se calcula que hay más de 10 mil Cooperativas de Trabajo Asociado, cuyos asociados están totalmente desprotegidos de sus derechos de asociación y movilización.

Otra fórmula que se inventó el Gobierno para deslegitimizar el paro de los corteros, fue tratar de relacionarlo con una presunta infiltración de las FARC. Para ello el ministro, Diego Palacio, aupado por la alharaca de los medios de comunicación, dijo haber puesto en manos de la Fiscalía un “testigo encubierto” que confirmaba tal infiltración; afirmación que el presidente Uribe no demoró en secundar: “…la guerrilla citó a unos corteros a reuniones, y los obligó a hacer el paro manipulando el movimiento”, dijo el primer mandatario, palabras que hoy se comprueba, no tenían ningún piso de veracidad. Como será que hasta el mismo periódico El Tiempo, en su editorial de hoy jueves 2 de octubre, las califica de desafortunadas. “Las acusaciones lanzadas por el Ejecutivo acerca de la infiltración de las FARC en el paro quedaron en el aire y enrarecieron el ambiente de la negociación”, señala el periódico capitalino que además, afirma que la respuesta que el Gobierno y los empresarios de los ingenios le han dado al paro “no ha sido la mejor”.

Y un tercer embate del Gobierno para desacreditar el movimiento de los corteros y enfrentarlo con los “intereses nacionales”, fue achacarle el alza del precio de la gasolina por cuenta de la escasez del etanol. A este respecto Daniel Aguirre, dirigente del sindicato de los corteros (Sinalcorteros), hizo una salvedad que a nuestro juicio, resulta argumento contundente contra la pretensión del Gobierno de culparlos por el alza de la gasolina: “Hace dos meses no estábamos en paro y el barril de petróleo en el mercado internacional estaba en 140 dólares. ¿Por qué ahora que el barril rebajó a 96 dólares, no rebaja también, el precio de la gasolina?, ¿por qué ahora la suben y le achacan la culpa al paro de corteros?”, señaló el señor Aguirre, opinión que coincide con la expresada por la Asociación Colombiana de Automovilistas, entidad que representa a los propietarios de vehículos particulares.

En este punto no hay que pasar por alto que el etanol que producen los ingenios azucareros goza de importantes gabelas. Está exento del IVA, Impuesto Global y Sobretasa, según la Ley 788 de Reforma Tributaria. También, tiene exenciones arancelarias para la importación de bienes destinados a la producción y pagan además, más barata la energía que se emplea en su producción. Por todo ello sus ganancias son hoy más jugosas que antes. En el 2007 el sector tuvo utilidades netas por $148 mil millones, según datos de la Superintendencia de Sociedades; ganancias que necesariamente contrastan con los muy precarios ingresos que reciben los corteros.

Sólo que ahora, tanto Gobierno como empresarios, sorpresivamente se han encontrado con un escenario problemático y que escapó a sus cálculos: unos ingenios bloqueados que pierden cada día $4.000 millones, y unos corteros que al no tener nada qué perder y sí mucho qué ganar, se muestran decididos a llevar el paro hasta sus últimas consecuencias, pese a la situación de hambre y angustia que afrontan cada día no laborado, porque es gente que vive al día y sin ninguna posibilidad de ahorros. Agravado este hecho por la negativa de los ingenios a pagarles la primera quincena de septiembre, ya laborada, con la clara intención de quebrarles su movimiento por hambre. Con lágrimas en los ojos, recostado en su improvisado cambuche de plástico, un cortero le contaba a la reportera de una estación de televisión de Cali que estaba dispuesto a morir en esta protesta, porque, según él, la vida que estaba llevando no la podía soportar más que no era vida para él ni para sus hijos.

Aparte de la abolición de la contratación por el sistema de las CTA, en su pliego de peticiones los corteros incluyeron puntos como: revisión y aumento de salarios; que haya un control efectivo del peso de la caña cortada; que les paguen los días que pierden por paradas de la empresa, lo mismo que los días de incapacidad por enfermedad que no les pagan las EPS; que se resuelva el problema de los 300 trabajadores que por accidente o enfermedad laboral, han quedado con incapacidad permanente y hoy no reciben ningún tipo de pensión; y que se le ponga límite a la creciente mecanización del corte de caña, asunto que está acabando con el empleo y que está llamado a tener graves repercusiones en las condiciones de vida de la región y auguran un conflicto aún más crítico en el futuro.

Diferencias abismales

Las condiciones laborales a las que están sometidos los corteros de la caña por CTA, no tienen punto de comparación con las que tienen los trabajadores de planta en los ingenios. Son, si se quiere, diferencias abismales.

Según el censo elaborado por la Escuela Nacional Sindical, en la agroindustria de la caña hay un poco más de 13 mil trabajadores con contrato directo con los ingenios que se benefician de convenciones colectivas, con ingresos entre dos y tres salarios mínimos, o sea entre $900.000 y $1´400.000; aparte de las primas legales y extralegales: de navidad y bonificaciones de vacaciones que según su antigüedad pueden sumar hasta dos meses adicionales de salario al año. Mientras los cerca de 18 mil corteros que trabajan por cooperativas en los 13 ingenios azucareros, apenas sí ganan para no morirse de hambre. Su compensación (que es el nombre del salario en lenguaje cooperativo) en promedio se acerca a los $650.000, pero, con los descuentos que les hacen las cooperativas su ingreso puede ser de apenas $450.000. Además, no gozan de ninguna prima o bonificación extralegal, tienen que asumir de su bolsillo la seguridad social, pago de parafiscales, costo de herramientas, ropa de trabajo y transporte, más los aportes sociales y costos de administración de las cooperativas de las cuales son asociados, o dueños; condición ésta que es la que les prohíbe —por la ley laboral colombiana— recurrir al expediente de la huelga.

Además, es una actividad dura y altamente riesgosa, un trabajo extenuante y repetitivo (según estudio del Sena, cada día un cortero hace 5.400 movimientos del brazo) que causa innumerables accidentes, lesiones y enfermedades profesionales: síndrome de túnel carpiano, artritis, lumbagos severos, heridas en brazo y hombros. Y tienen que aguantar las pavesas y el humo generados por la quema de la caña y la contaminación del glifosato usado en las plantaciones. Con el agravante de que lo hacen sin elementos de protección como máscaras o dotaciones inflamables. Mientras los trabajadores con contratación directa con los ingenios participan en programas de salud preventiva y de seguridad industrial, los corteros de las CTA no tienen acceso a dichos programas.

Cuando un cortero sufre un accidente o enfermedad profesional, normalmente hace todo lo posible para seguir laborando a pesar del dolor y el malestar, porque para los cooperativizados una incapacidad de menos de 3 días no es remunerada y una incapacidad de más tiempo sólo es remunerada después de que la ARP tramite el pago a la cooperativa, trámite que puede demorar varios meses, en los cuales el cortero queda desprotegido y sin ingresos. En estos casos, es común que sus compañeros corteros traten de brindar una solidaridad al enfermo con donaciones y rifas. Y lo que es peor aún: si un cortero padece una lesión o enfermedad tan grave que no le permita seguir trabajando, las empresas no hacen ningún intento para reubicarlo, argumentando que por su falta de formación profesional no es factible ofrecerle otro puesto dentro del ingenio. Y así se deshacen del trabajador enfermo como si fuera un bien desechable.

Todo esto sin contar con los horarios extendidos. Mientras los trabajadores de planta tienen jornada legal de 48 horas semanales, los corteros no tienen jornada fija, su trabajo es a destajo. Son obligados a trabajar hasta que se termine de cortar el área asignada. Y si ese tiempo excede las 48 horas semanales, no reciben una remuneración adicional por horas extras, porque esta garantía, consagrada en la legislación laboral colombiana, no aplica a los cooperativizados. Como también, es común que trabajen domingos y festivos, como una forma de aumentar sus reducidos ingresos.
Y sin contar con que el sistema del pesaje de la caña deja mucho que desear. Los corteros se sienten engañados con este sistema, y es precisamente otro reclamo que incluyen en su pliego de peticiones: que se vuelva al pesaje tradicional por uñada, sistema que pueden controlar y que no se presta a ambigüedades.

Las tribulaciones de Juan Cambindo

Juan Cambindo, un moreno de cuerpo delgado, rostro enjuto, ojos vivaces y una sonrisa a la que le falta un diente, como casi todos los corteros tiene una jornada de diez horas, o hasta más, la mayoría de las veces bajo un sol canicular que sin embargo, prefiere a los días de invierno porque cuando llueve hay que parar el corte y entonces no puede cobrar. Con el agravante de que cada vez los tajos para corte son más escasos, debido a que las máquinas están desplazando mucha mano de obra (hay 34 máquinas en la zona y cada una reemplaza el trabajo de 150 corteros). Entonces, ya no hay caña para tanta gente y muchas veces se tiene que repartir para dos corteros el tajo que antes cortaba uno solo.

Juan Cambindo, se levanta a las 4 de la mañana. Media hora después lo recoge el bus que su cooperativa contrata para trasladar sus asociados al sitio de trabajo. Al corte llega a eso de las 6 de la mañana; a las 4 o 5 de la tarde ha terminado su jornada, pero, por los gajes del transporte, a las 7 u 8 de la noche apenas está llegando a la casa, tan cansado que no tiene alientos ni disposición para conversar con su mujer ni acariciar a sus dos niños. Hoy está en una carpa frente al ingenio Providencia, donde presta servicios su cooperativa, a la espera de que el conflicto se solucione y pueda volver a llevar comida a la casa, porque, con paro o sin paro, día que no trabaje es día que no cobra. Por lo pronto, debió mandar a su mujer y sus dos hijos a la casa de su suegra, donde por lo menos tienen su comida asegurada. Pero su gran preocupación es el pago del arriendo de la pieza donde vive hacinado con su familia ($150.000 mensuales) pago que con paro o sin paro tiene que cancelar puntualmente. En diez días se le cumple.

Los ojos del mundo en este paro

Un hecho que no puede pasar de soslayo con respecto a este paro, es la expectativa que ha generado entre la comunidad sindical internacional que tiene literalmente puestos sus ojos en el mismo. Tanto la Confederación Sindical Internacional (SCI) que representa a 168 trabajadores en el mundo, como la Confederación Sindical de las Américas (CSA) que aglutina a 50 millones de trabajadores en el continente, expresaron su preocupación e instan al Gobierno colombiano a cumplir con su deber constitucional de defender, proteger y promover los derechos de los trabajadores. Guy Ryder, secretario general de la CSI, en su comunicado señala que “la situación que viven los corteros de caña es intolerable y exige una solución inmediata”.

Son tres las razones que explican el interés internacional que este paro genera. Primero por su dimensión, pues son 10 mil los corteros, con sus familias, los directamente afectados; aparte de las repercusiones colaterales que tiene en otros sectores de la agroindustria de la caña. Segundo, porque es un asunto que tiene que ver con la producción de biocombustibles (etanol) tema sobre el cual existe mucha sensibilidad en el mundo por su relación con la crisis alimenticia y los riesgos ambientales. Y tercero, porque las centrales y confederaciones sindicales colombianas cada vez están más ligadas al movimiento sindical internacional. Esto quiere decir que los problemas laborales de nuestro Estado cada vez interesan más en los demás países y viceversa; y el paro de los corteros está siendo intensamente apoyado por la CUT.

Caja de Herramientas



por Mauricio García V. Saturday, Oct. 04, 2008 at 4:08 AM

El mismo Estado, como el asesino de Chía

Éste es un país macabro. LOS grandes titulares de la prensa colombiana de esta semana se refieren al hallazgo de cadáveres de personas que estaban desaparecidas. Uno de ellos es el de un niño de once meses que fue asesinado por su propio padre, quien lo había secuestrado para extorsionar a su madre.

También fueron encontrados los cuerpos de 19 jóvenes que vivían en el sur de Bogotá, los cuales habían sido inicialmente reportados como desaparecidos y luego fueron presentados por el Ejército como combatientes dados de baja. Existe un fundado temor de que estos jóvenes hayan sido primero asesinados por la Fuerza Pública —por ser pequeños delincuentes, drogadictos o simplemente pobres— y luego presentados como trofeos de guerra. Para ponerlo en los asépticos y crudos términos del lenguaje ordinario, primero fueron víctimas de “limpieza social” y luego presentados como “falsos positivos”.

El país entero está conmovido con la noticia del niño asesinado por su padre. La gente se moviliza para pedir que los culpables sean sancionados con penas ejemplarizantes y las autoridades oficiales, desde Presidente hacia abajo, repudian los hechos y expresan sus condolencias a la familia. No es para menos; la crueldad inimaginable de ese asesinato es algo que la sociedad y el Estado no deben dejar pasar por alto. Más aún cuando se sabe que ese crimen es una expresión extrema de un fenómeno endémico de maltrato infantil y violencia intrafamiliar en Colombia.

De llegar a confirmarse que la muerte de los 19 jóvenes del sur de Bogotá ocurrió a manos de la Fuerza Pública, éste sería un acto tan macabro como el del niño asesinado en Chía (si es que alguna comparación puede hacerse entre actos de semejante inhumanidad). Sin embargo, ni la sociedad, ni los medios, ni la Iglesia —mucho menos el Estado— parecen escandalizarse por lo sucedido con esos jóvenes. Uno podría pensar que eso se debe a que la autoría de los hechos no ha sido plenamente confirmada todavía. Pero me temo que cuando se confirme tampoco va a pasar mayor cosa, como no pasó en ocasiones anteriores cuando se comprobó la participación de la Fuerza Pública en la desaparición de personas inocentes e indefensas. Aquí tampoco estamos —como en el caso del niño— ante un hecho aislado y extraordinario, sino ante la manifestación extrema de un fenómeno más amplio de violación de derechos humanos por parte del Estado colombiano.

Desde hace muchos años existe una honda preocupación en Colombia por el deterioro de la familia. Ese deterioro es particularmente grave si se tienen en cuenta que en este país, la sociabilidad, es decir la formación de seres sociales —o sociables— ha sido un asunto más confiado a la familia y a la Iglesia que al sistema educativo o al Estado. Pero la pérdida de credibilidad de la Iglesia, la corrupción, el conflicto armado y el narcotráfico están dando al traste con ese modelo tradicional de convivencia.

Para salir de ese proyecto suicida de sociedad —en donde los padres matan a sus hijos por dinero— necesitamos fortalecer al Estado para que defienda a la familia a través de una educación pública fuerte y de un sistema penal implacable con los infractores.

Pero todo eso sería más fácil si el mismo Estado, que está llamado a proteger a la sociedad y a la familia, no anduviese, como el asesino de Chía, matando y desapareciendo a personas indefensas.

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El Socialismo democrático

Reflexiones del compañero Fidel: EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO
ESPECIAL PARA CUBADEBATE, 2008-09-26

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No deseaba escribir una tercera reflexión consecutiva, pero no puedo dejarla para el lunes.

El “capitalismo democrático” de Bush tiene una respuesta exacta: el socialismo democrático de Chávez. No habría forma más precisa de expresar la gran contradicción entre el Norte y el Sur de nuestro hemisferio, entre las ideas de Bolívar y las de Monroe.

El gran mérito de Bolívar es haberlo planteado cuando no existían los medios modernos de comunicación y ni siquiera el Canal de Panamá. Tampoco existía el imperialismo de Estados Unidos; eran simplemente las Trece Colonias de habla inglesa que, unidas, se independizaron en 1776 con la ayuda de Francia y España.
Cual si fuese capaz de ver a través de los siglos, El Libertador proclamó en 1829: “... los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad.”

Hugo Chávez es un soldado venezolano en cuya mente germinaron de modo natural las ideas de Bolívar. Basta observar cómo transitó su pensamiento por etapas diversas del desarrollo político a partir del origen humilde, la escuela, la academia militar, la lectura de la historia, la realidad de su país y la humillante presencia del dominio yanqui.

No era general ni tenía a sus órdenes los institutos armados; no dio ni podía dar un golpe, no quería ni podía esperar. Se rebeló, asumió la responsabilidad por los hechos, convirtió la prisión en escuela, se ganó al pueblo y lo conquistó para su causa desde fuera del poder; ganó las elecciones a través de una Constitución burguesa, juró sobre el moribundo documento una nueva ley de leyes, chocó con ideas preconcebidas de izquierda y derecha e inició la Revolución Bolivariana en las más difíciles condiciones subjetivas de toda la América Latina.

Durante diez años, desde la Presidencia de su país, Chávez no ha dejado de sembrar ideas incesantemente dentro y fuera de su Patria.

Ninguna persona honesta puede dudar de que en Venezuela hay una verdadera revolución en marcha, y que allí se desarrolla una excepcional lucha contra el imperialismo.

Debe señalarse que Chávez no descansa un minuto, lucha dentro de Venezuela y a la vez viaja sistemáticamente a las capitales de países de América Latina y a naciones importantes de Europa, Asia y África. Se comunica hora por hora con la prensa nacional e internacional, no teme abordar cualquier tema, es escuchado con respeto por los principales líderes del mundo, hace uso correcto y eficaz del poder real de su Patria como país que posee las mayores reservas de petróleo probadas del mundo, unido a la existencia de abundante gas, y elabora un programa nacional e internacionalista que no tiene precedentes.

Cuando firma un acuerdo de asociación de Gazprom de Rusia y PDVSA de Venezuela para la búsqueda y explotación de hidrocarburos, está creando un consorcio en ese campo que no tiene igual en el mundo. Su asociación económica con China, Rusia, países de Europa y otros con recursos abundantes de América Latina y África, desata fuerzas liberadoras para abrir paso a un mundo multipolar. No excluye a Estados Unidos del suministro de energía y el intercambio comercial. Es una concepción objetiva y equilibrada.

Plantea para su propia Patria una revolución socialista, sin excluir importantes factores productivos.

Para nuestra Patria, en un momento histórico en que ha sido golpeada por la naturaleza y los embates criminales del decadente imperio, constituye un verdadero privilegio contar con la solidaridad de Chávez. Jamás se escuchó una frase tan internacionalista y solidaria como la que dirigió a nuestro pueblo: “¡La tierra de Venezuela es también tu tierra!”

El imperialismo trata de liquidarlo políticamente o eliminarlo a cualquier precio, sin reparar en que su muerte constituiría una catástrofe para Venezuela y para la economía y la estabilidad de todos los gobiernos de América Latina y el Caribe.

Mis conversaciones con él se caracterizan por el punto de vista que sostengo de que en este instante lo más importante es salvar a Venezuela de la embestida política del gobierno de Estados Unidos. Durante su última visita discutimos sobre la magnitud del apoyo que ya nos brinda y el que desea brindarnos, y nuestra sugerencia de que concentre el máximo de recursos posible en la batalla interna que hoy libra contra la ofensiva mediática y los reflejos condicionados sembrados durante muchos años por el imperialismo.

Desde ahora hasta el 23 de noviembre la batalla que se libra es de gran trascendencia, y no deseamos que el apoyo a Cuba sea tomado como pretexto para golpear a la Revolución Bolivariana.

Los 92 obreros de la construcción venezolanos integrantes de las Brigadas Socialistas de Trabajo Voluntario, enviados a edificar viviendas en Pinar del Río, constituyen todo un símbolo de nuestra época.

Se viven instantes de mucha importancia. La consulta popular para aprobar la nueva Constitución en Ecuador pasado mañana tiene gran trascendencia. Chávez se reunirá el lunes en Brasil con el presidente Lula. Esta noche hay un debate televisado Obama-McCain. Todas son noticias importantes.

Por ello no quiero dejar para el lunes estas líneas, ya que Chávez mañana sábado estará de regreso en su Patria y hablándole de nuevo a su pueblo el domingo. Él siempre utiliza algo de estas reflexiones en su batalla.

Fidel Castro Ruz

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Septiembre 26 de 2008

5 y 56 pm



Por : Fidel Castro
Sábado 27 septiembre 2008

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